Articulo

Ante el misterio de la vida

Cada persona tiene una vida humana, una biografía y una historia personal
que trasciende y que no puede ser reducida a su vida meramente biológica.
Debido a que se sabe que el hombre es unidad inseparable, invitado a la
trascendencia, a la perfección y a la felicidad, también se reconoce a este ser
humano como un ser contingente, limitado o necesitado de otros.
En ese contexto, es importante recordar que el ser humano es hijo de Dios
e invitado a participar de la naturaleza divina. Es decir, por gracia de Dios se está
invitado “a ser como Dios”, en el sentido de plenificar su vida a través del amor,
servicio y donación constante. De esta manera, se fomentará la capacidad de
actuar como persona y deberá alcanzar un proceso temporal psíquico-orgánico,
en medio de un desarrollo físico desde la concepción hasta la muerte y, aunque en
distintos momentos y situaciones de su vida no está capacitado para actuar como
persona, no deja por eso de serlo.
En ese sentido, Enrique Rojas (2010), en su libro La Ilusión de vivir,
asegura que:

Toda vida es una promesa y un misterio. Promesa, en tanto que
posibilidad de llegar algún día a alcanzar ciertas metas, de acuerdo con las
posibilidades que cada uno presenta: tratar de sacar lo mejor, esperar
resultados y, en una palabra, aprender a ver lo que el futuro nos va
deparando. Mientras que el Misterio representa cualquier trayectoria
biográfica que está repleta de ángulos, laderas, vertientes, zonas
intransitables que son difíciles de comprender en su totalidad, y que van
dejando un cierto rastro de nexos -a veces deshilachados- con escasa
continuidad (p. 23-24).


Por último, analizando el panorama actual de la sociedad, se logra apreciar
que muchas personas están viviendo confundidas, tristes e infelices; incluso
enfermas o neuróticas (Rojas, 2010). Esto no quiere decir que no existan muchas
cosas buenas, positivas y enriquecedoras, sino que es importante abrirse a una
mirada integral, holística de la realidad en la que se reconozca las cosas malas,
aquellas por mejorar, además de reconocer lo bueno y lo positivo de la sociedad
actual.

Tomado del libro “Afectividad y Sexualidad”, 2da. Edición páginas 22 y 23.

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