Se puede entender bajo dos puntos de vista; como virtud teologal y como virtud humana.
La fe, como virtud teologal, lleva al hombre a fiarse plenamente de Dios y acoger la Verdad. Fernández (2016) dice: “Para creer, el hombre necesita la gracia y la ayuda divina y, en este sentido, es virtud sobrenatural” (p. 192).
El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice:
“La fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha dicho y revelado, y que la Santa Iglesia nos propone, porque Él es la verdad misma. Por la fe “el hombre se entrega entera y libremente a Dios”. Por eso el creyente se esfuerza por conocer y hacer la voluntad de Dios. “El justo […] vivirá por la fe” (Rm 1, 17). La fe viva “actúa por la caridad” (Ga 5, 6)” (CEC, n° 1814).
Se considera importante entender la fe como un acto de entendimiento al tratarse de conocer una verdad, movidos por la voluntad, que manda al entendimiento estudiar las razones de creer, y cuando estas son convincentes. (Tanquerey, 1990).
La fe, como acto sobrenatural necesita de la cooperación de la gracia, para iluminar al entendimiento y a la voluntad. Es un acto libre y voluntario.
La fe es también una virtud humana que lleva al hombre a admitir como cierto lo que no es evidente. Se admite como cierto lo que no se ve de modo patente y palpable. (Fernández Carvajal, 2016).
La fe, en ese sentido, es entendida como la respuesta humana a la Revelación:
“La fe es ante todo una adhesión personal del hombre a Dios; es al mismo tiempo e inseparablemente el asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado. En cuanto adhesión personal a Dios y asentimiento a la verdad que Él ha revelado, la fe cristiana difiere de la fe en una persona humana. Es justo y bueno confiarse totalmente a Dios y creer absolutamente lo que Él dice. Sería vano y errado poner una fe semejante en una criatura (cf. Jr. 17,5-6; Sal 40,5; 146,3-4)” (CEC, n° 150).
La persona humana es un buscador de la verdad y del bien, vive todo el tiempo tratando de responder a sus anhelos e inquietudes más hondas, tratando de descubrir la verdad sobre sí mismo, sin conformarse con las mentiras o medias verdades. “La fe es un don de Dios, pero reclama unas disposiciones naturales para nacer, crecer y fortalecerse” (p. 193)
Tomado del libro “Creciendo en la Virtud” de Del Castillo & López, versión Kindle. Areté Ediciones, de las páginas 118 a la 120