Pasión
La pasión es otra manifestación de la afectividad de la persona que a veces es olvidada o marginada. La psicología contemporánea la equipara a la emoción y no es lo mismo, por ello, se aborda en este libro. Siguiendo a García (2010), se dice que la pasión surge cuando la atención del yo queda centrada en un determinado aspecto de la vida de la persona, es decir que su aparición no es voluntaria y, por tanto, este tipo de persona (apasionada) es la que tiene sentimientos fuertes que mueven a la acción en la dirección-positiva o negativa, en que está centrada la atención.
Para Vial (2016), las pasiones son similares a los sentimientos en cuanto a la duración temporal, y a las emociones en cuanto a la intensidad. Se manifiestan como un afecto muy vivo por una persona o cosa, que empuja constantemente en esa dirección. Asimismo, el control de la voluntad sobre estas manifestaciones emotivas es más débil, por lo que algunos sentimientos pueden transformarse en pasiones, si aumenta de intensidad.
Motivación
Otra manifestación de la afectividad es la motivación, así que se recurre a Rojas (2004), quien propone que las motivaciones son estados internos que mueven y empujan la conducta para que esta se dirija hacia un objeto determinado. De esta manera, se identifica la razón de ser del comportamiento, siendo albergada en la intimidad de una persona y que activan con eficacia al ser humano.
También los motivos hacen referencia a las fuerzas extrínsecas o intrínsecas que dinamizan y orientan la conducta hacia una meta inmediata, mediata o lejana. Por lo que, motivar es activar el comportamiento para que se dirija hacia un objetivo, el cual subyace a cada persona para que se anime a seguir la dirección trazada superando las dificultades que allí se presentan.
Se considera importante entonces reconocer el rol o lugar de la motivación para poner en marcha la voluntad. Rojas (1994), en su conocido libro La conquista de la voluntad, dice que:
Los agentes motivadores son los que ponen en marcha la voluntad y la hacen realidad, fácil, bien dispuesta, capaz de superar las dificultades, frenos y cansancios propios de ese esfuerzo. Motivación, por tanto, es ver la meta como algo grande y positivo que podemos conseguir, pero desde la indiferencia no se puede cultivar la voluntad (p. 21- 22).
Ilusión
La ilusión es otra manifestación de la afectividad. Coloquialmente esta palabra es utilizada como sinónimo de deseos, esperanzas o sueños que se anhela ver satisfechos en la vida personal.
En psicología, la ilusión se define como un estado de ánimo caracterizado por el optimismo, la confianza en el buen resultado y el deseo de alcanzar un objetivo. De esta forma, su proyección se concentra en el porvenir, en donde se motiva constantemente para lograr determinado fin. En este sentido, es de esperar que la ilusión se convierta en la aspiración suprema para conseguir algo, y cuando esta es bien encauzada y encaminada, es decir, con un motivo noble, se convertirá en una de las fuerzas fundamentales en la vida. A este respecto, Rojas (2004), plantea que:
La ilusión es despertar cada mañana con ansias renovadas. Nos abre los ojos y nos permite enfocar la realidad desde el punto de vista más adecuado. Nos eleva sobre lo rutinario y nos da una panorámica del mundo en el que vivimos. Es la fuente de la alegría y el contento, y aleja el dolor y la tristeza. La persona con ilusiones es fuerte, rebosa vigor, está bien dispuesta para el auténtico amor y siempre tiene el ánimo presente (p. 63).