Articulo

¿Qué es el engreimiento?

Es el mal hábito que conduce al ser humano a hacer siempre lo que le
provoca y le gusta; regido por el subjetivismo y sentimentalismo. Por tanto, se
convierte en el centro del mundo o medida de todas las cosas. El engreído o
caprichoso mira la realidad desde sus emociones y sentimientos, desde lo que le
gusta y desde lo que le provoca. Es por esto que se olvida de la verdad y
objetividad, incluso que de pronto no posee toda la verdad, o simplemente se
olvida que existen otras personas, otras opiniones, otros gustos, otras emociones
y sentimientos tan válidos e importantes como los propios.

El engreído o caprichoso no solo mira la realidad desde su perspectiva, sino
que se aferra a ella. Por ello, es subjetiva o subjetivista. Rojas (1994), afirma que
el caprichoso “no está dispuesto a renunciar a los deseos inmediatos, no tiene
hábito para los esfuerzos concretos y frecuentes, lo quiere todo en el momento.
No sabe negarse a nada” (p 207). Así que el engreído vive apegado a sus
proyectos, gustos, mimos, planes. Como consecuencia, le cuesta mucho
obedecer, le cuesta mucho cambiar de opinión o hacer lo que otros dicen y
opinan. En ese sentido, hay que decir que reduce su vida a sus mimos y
caprichos. Se erige como la norma para los demás.

El engreído se siente mal, se indispone cuando las cosas no salen como él
mismo quiere, incluso le da mucha rabia, se pone furioso o furiosa. Además, no
soporta renunciar a sus gustos, no es capaz de renunciar a “sus planes”, sino que
sufre porque la realidad no es como él pensaba o, siente dolor cuando observa
que los demás no hacen lo que él quiere. Es de esperarse entonces que, cuando
no se hace lo que él dice o no piensan lo que él piensa, entonces pone “mala cara”
o “hace caritas”, se queda callado, se recluye en el cuarto, cancela una reunión,
no va a una cita, no quiere estudiar, deja de participar normalmente del grupo en
el que está, etc. Es decir, se deja llevar por sus caprichos, se deja llevar por su
actitud engreída. Adicionalmente, se muestra susceptible o especialmente

sensible con todo el mundo por esa razón: “No se hizo lo que yo quería”; “no me
dan la atención que yo merezco”; “no me dan el cariño que yo necesito”; “no me
dan el lugar que yo merezco”. Por consiguiente, todos lo que están a su alrededor,
son los que pagan los platos rotos o soportan los maltratos, el malgenio, la rabia,
los insultos, mala cara, etc.

¿De dónde surge el engreimiento o capricho?

Esto no surge de golpe, sino poco a poco. Aunque tampoco de forma
momentánea, ni de hoy para mañana, sino que existen distintos factores o causas;
errores en la educación por parte de los padres, sobre todo, si ha existido una
sobreprotección excesiva, el consentimiento de absolutamente todo cuando se es
pequeño, la falta de motivación para tener pequeños objetivos de lucha y, muchas
veces, el mal ejemplo de los padres. Otro factor es seguir la ley del mínimo
esfuerzo para las tareas escolares, la falta de generosidad en el día a día en la
familia, la inapetencia, la pereza, la indolencia para tener orden en las cosas que
se utilizan habitualmente, y un largo etcétera.

En este sentido, es fundamental lo que se aprende de niños y
preadolescentes. Si no se ha tenido límites claros, si se ha hecho siempre lo que
le gusta o provoca, o si se ha hecho siempre lo que se quería al punto de
manipulación, pues ahí existe un engreimiento y capricho galopante.

El gran problema es que el caprichoso no sabe bien qué es lo que quiere y
no está educado en el valor de la renuncia. El engreído y caprichoso vive según la
famosa ley del gusto-disgusto. Es decir, hace lo que le da la gana, no importa si
hay valores, principios, normas. Esto porque la norma es él mismo; este gusto-
disgusto está relacionado con la ley del mínimo esfuerzo.

Tomado del libro “Afectividad y Sexualidad en la Vida Cotidiana”, 2da
edición, de las página 60 y 61.

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