Corresponde a la variación frecuente de emociones y sentimientos sin razones de peso, como señala Fuentes (2010), en su libro Educación de la afectividad. Se abordará el problema de la inestabilidad de las emociones y afectos, es decir, cuando el ánimo varía muy rápido, o el humor es muy cambiante e inestable.
Analizando un poco el contexto, no es raro que actualmente se viva bajo el imperio de lo emocional. Debido a que un rasgo del hombre contemporáneo es la inestabilidad afectivo-emocional, quien está poco acostumbrado a regirse por sus criterios o su razón, y esto se traduce en la costumbre de responder desde lo que se siente, desde lo emocional. Por lo que actualmente parecerá que solo importa lo emocional o sentimental. Así que, sin reflexionar si es adecuado o dañino, se plantea que lo importante es sentirse bien más allá del bien o del mal, es decir, más allá de lo moral y de lo ético.
Hoy en día no es raro que se acuda a sucedáneos o drogas que conduzcan a una respuesta falsa y reductiva. Por ejemplo, hablando sobre el dolor; es claro que a ninguna persona le gusta sufrir o sentir dolor. Sin embargo, hay que decir que el dolor no es malo, porque tanto este como el sufrimiento, hacen parte de la vida humana. Por tanto, sería muy bueno que todos aprendan a asumir y aceptar los sufrimientos como parte de su existencia e, incluso, como una pedagogía para crecer en amor, entrega y donación.
En este contexto, este tema es difícil de ser abordado por la falta de conocimiento personal y control emocional. Generalmente las personas no tratan de entenderse a sí mismas, no saben qué están sintiendo, qué están pensando y, por ende, se huye del dolor, inconscientemente, para seguir siendo presa de las emociones. Por ejemplo, cuando se está frente a alguien con una personalidad fluctuante, pasa constantemente y con relativa facilidad del entusiasmo al desaliento, de las “cumbres” a los “pozos”, de las euforias a los enojos. De esta manera, se puede observar que su personalidad es altamente emotiva porque, precisamente, las emociones son las que controlan sus estados anímicos. Además, es un hombre cuyo hilo histórico se llama capricho, engreimiento y mimo, por lo que los cambios en las emociones suelen observarse en poco tiempo o, a veces, a raíz de un simple episodio, en forma explosiva, súbita y no gradual. Por ejemplo, la negación de un capricho, una noticia contradictoria, etc., son casos que pasan de la euforia al abatimiento, manifestando así una personalidad infantil, es decir, suelen comportarse como los niños que brincan con un regalo pero, en cuestión de minutos, patalean ante un reto.
Tomado del Libro “Afectividad y Sexualidad en la Vida Cotidiana”, 2da. Edición, página 55.