Articulo

Aceptación de la Herida

Herida

La aceptación de la herida es asumir y admitir que esto sucedió o  pasó en un momento determinado de la vida, en una época, en un instante de la propia existencia. Que es real, que pasó, así no esté de acuerdo. En otras palabras, es realizar un acto, un ejercicio donde la persona se abra a la aceptación de la herida afectiva que tanto dolor y ansiedad le puede estar causando. Esta parte del proceso, Del Castillo (2019), la nombra como aquella que: “Implica la disposición interior de asumir, admitir y enfrentar la realidad” (p.79).

A menudo se piensa que lo más fácil es la negación de la realidad, la huida o el seguir viviendo en la compensación o fuga de la realidad, pero lo mejor que se puede hacer es aceptar la realidad, enfrentarla. Por eso, esta etapa o fase es una invitación a la apertura a la verdad, al amor y a la libertad. No es solamente resignarse, puesto que la resignación puede ser una declaración de impotencia en donde no necesariamente se está aceptando la realidad. Del Castillo (2016), constata que: “Lo importante es aceptar esas heridas, asumirlas, comprendiendo que esto lleva a conciliar e integrar en la propia vida lo vivido; para así asumirlo como parte de la historia personal” (p.144). Además, Domínguez (2019), indica que, aceptar lleva a situarse en una nueva clave, que es clave terapéutica. Es decir, no mirar hacia atrás y hacia lo oscuro, sino hacia adelante y hacia lo luminoso, hacia arriba. 

Se trata entonces de un acto de voluntad en la medida en que se pretende vivir la vida que a cada cual  ha tocado, en la que perdió o no,sin que este pasado determine su futuro. Es entonces aceptar el hecho que corresponde a acoger la realidad como situación en la que se está, lo que no significa que se apruebe ni que guste, sino que supone recibir lo que está en la vida como una oportunidad, sin luchar contra ello para liberarse de falsas expectativas. 

En esta fase del proceso de reconciliación personal se invita a la persona a retomar lo trabajado en la identificación y el reconocimiento de la herida afectiva, es decir a trabajar y aceptar la misma herida afectiva identificada anteriormente. Para cumplir esto,  la persona nombra y acoge la herida afectiva mientras que intenta recordar recuerda la situación traumática, toma consciencia si es actual o está sucediendo en este momento. Asimismo, hace un ejercicio en el que se asume, admite y acepta lo que sucedió o sucede.

A este punto, la aceptación, finalmente, es un acto de humildad y objetividad que lleva a la persona a seguir acogiendo esto en su vida, en su inteligencia y en su afectividad. Situación que permite seguir enfrentando la realidad tal como es, evitando rechazarla y negarla, para dejar de pelearse en últimas con el acontecimiento y, más bien, ubicarlo, pensarlo y sentirlo como un hecho de su historia personal, de su vida y existencia. En este orden de ideas, la persona que acepta adecuadamente su herida afectiva, asimila el acontecimiento como parte de su vida, como algo que no pudo controlar, que sucedió, que no puede negar, lo sitúa y lo deja ir. 

(Tomado del Libro “Llamados a la Reconciliación” de Del Castillo & Caballero de la página 104 a la 107)

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