Se llama así, al método ascético que, dentro de la espiritualidad universal de la Iglesia, constituye una invitación a realizar un combate espiritual ordenado sistemáticamente con características propias. Es una orientación en los primeros pasos de un camino de vida cristiana.
En su segunda carta, San Pedro (1, 5-8) dice:
“Por esta misma razón, poned el mayor empeño en añadir a vuestra fe la virtud, a la virtud el conocimiento, al conocimiento la templanza, a la templanza la tenacidad, a la tenacidad la piedad, a la piedad el amor fraterno, al amor fraterno la caridad. Pues si tenéis estas cosas y las tenéis en abundancia, no os dejarán inactivos ni estériles para el conocimiento perfecto de nuestro Señor Jesucristo”.
La Dirección de San Pedro es un método espiritual que ayuda a la persona a cooperar con la gracia y vivir las virtudes teologales de manera cotidiana a la luz de las recomendaciones del Apóstol Pedro en la mencionada carta. Las demás virtudes que se sugieren son como puertas de acceso que se nutren de cada virtud teologal y que conducen a la persona a vivirlas en la cotidianidad (Tokumura, 2021).
Cada virtud es una puerta de entrada y se relaciona de manera orgánica con las demás virtudes como elementos de una red, más que en forma lineal, de manera que cuando se practica una virtud, como el nodo de una red que se levanta, al mismo tiempo arrastra otras virtudes.
Se considera fundamental insistir en la importancia y primacía de la gracia de Dios, para avanzar y fructificar cualquier esfuerzo por avanzar en la santidad de vida. La Dirección de San Pedro, es un método que nos ayuda a colaborar con la gracia de Dios y a vivir las virtudes cotidianamente. Se coopera con la gracia, que no es otra cosa que la persona de Cristo; el mayor Don del Padre.
(Tomado de entre las páginas 112 y 114 del libro “Creciendo en la Virtud”. Areté Ediciones)
