Articulo

¿Qué es la Psicoterapia de la Reconciliación?

Es un modelo de intervención mediado por el encuentro entre el terapeuta y la persona que busca, quiere y necesita la atención psicológica. Partiendo de la Antropología Cristiana y haciendo uso de herramientas y técnicas psicológicas, esta psicoterapia pretende que el consultante tenga una apertura al conocimiento de sí mismo, a la aceptación personal, el perdón y la reconciliación, logrando así una integración psíquica que facilite un cambio en sus cuatro relaciones fundamentales: consigo mismo, con los demás, con lo creado y con Dios.

Principios

  • El ser humano es una unidad Bio-Psico-Espiritual. 
  • La persona es un ser único e irrepetible, libre, dialógico, que desea amar y ser amado. 
  • La persona está invitada a hacer de su propia vida una existencia virtuosa. 
  • La persona necesita apoyarse en el conocimiento de sí mismo, en la realidad y en los otros para descubrir que su vida tiene un determinado para qué, un sentido existencial que está llamado a realizar. 
  • Centra su intervención abordando esferas fundamentales de la persona tales como: la valoración, la aceptación, la afectividad, la reconciliación, el conocimiento personal, entre otras. 
  • Busca que la persona descubra y avance en la reconciliación consigo misma, con los demás, con el mundo y pueda abrirse a una reconciliación con Dios. 
  • Orienta su atención a que la persona conozca y acepte la herida y/o malestar psicológico manifestado en su historia personal. 
  • Busca que la persona se responsabilice de su propio proceso por medio de un vínculo terapéutico auténtico, empático y directivo. 
  • Centrándose en el presente articula elementos del pasado de la persona para realizar la intervención psicológica.

Momentos o Fases

La Psicoterapia de la reconciliación (PDR), es una psicoterapia profunda de sanación de situaciones adversas, heridas afectivas o traumas de la persona, la cual es entendida como el proceso de volver a unir, reanudar, reconstruir, en la medida de lo posible las relaciones quebrantadas de las cuatro relaciones fundamentales; concentrándose en la reconciliación con uno mismo, y con el otro. El objetivo es que la persona se abra al recto conocimiento de sí, la aceptación tanto personal como de la historia de vida, el perdón y la reconciliación con el ofensor, para de esta forma lograr la reunificación de la persona, que se va a reflejar en todas sus dimensiones y áreas personales. 

Las heridas afectivas se convierten en la base para la formación de un esquema, creencia, ciclo interrumpido, que a su vez genera ciertos síntomas cognitivos, conductuales, fisiológicos y emocionales, que conviene también trabajar en el proceso terapéutico.

La PDR, posee tres momentos o fases de intervención, las mismas no son compartimentos estancos y la aplicación de las mismas depende de la decisión del terapeuta, el motivo de consulta y la historia personal y social del consultante, entre otros.

Primer Momento

El psicoterapeuta establece un adecuado vínculo terapéutico y, desde ahí se realiza la evaluación clínica: del estado mental y de las áreas personales, para reconocer los síntomas iniciales e intervenir en ellos. Se considera fundamental intervenir en los síntomas iniciales, de manera que se logre estabilizar a la persona y se pueda avanzar hacia los siguientes momentos de la PDR.

Segundo Momento

Se trabaja en los rasgos disfuncionales de personalidad del consultante, que pueden haber originado los síntomas iniciales, para ello se interviene en sus creencias, esquemas disfuncionales o situaciones inconclusas desde cada escuela psicológica.

Tercer Momento

Es la fase de la psicoterapia profunda, a través de la reconciliación y sanación de situaciones adversas, heridas afectivas o traumas que existen en la historia personal de la persona. En este momento se interviene a través de las 4 etapas del proceso de reconciliación personal: reconocimiento, aceptación, perdón y reconciliación con el ofensor. 

La Psicoterapia de la Reconciliación, desde su mirada integral y partiendo de la antropología cristiana, brinda a los consultantes una serie de herramientas psicoterapéuticas en cada uno de sus momentos o fases anteriormente explicados, de manera que la persona irá reduciendo y mejorando en  sus síntomas iniciales, modificando y encausando sus esquemas disfuncionales o su creencia nuclear negativa, sanando sus heridas afectivas y abriendo su existencia a las distintas virtudes, entendidas como disposiciones habituales y firmes para hacer el bien, permitiendo a la persona dar lo mejor de sí y llegando a ser semejante a Dios (CEC, n°. 1803). 

Dicho abordaje terapéutico propone la vivencia oportuna y profundización de la Areté como señorío de sí mismo, maestría personal, cualidad y habito operativo bueno de la persona, opuesto al vicio, de manera que los dos actores de la psicoterapia puedan ofrecer lo mejor de sí, tiendan hacia el bien y puedan abrir sus existencias al don de la reconciliación y sus cuatro dimensiones.

La virtud está presente en el desarrollo de cada uno de los momentos o fases de la psicoterapia de la reconciliación, puesto que es la respuesta de cooperación con la gracia de Dios que realiza el hombre para madurar en el camino de la fe (Del Castillo, 2021).

Los esfuerzos de la persona por vivir la virtud, sin la gracia de Dios, son en vano, puesto que la obra de la salvación del ser humano implica dos elementos fundamentales: la gracia o fuerza de Dios y la cooperación humana. 

(Tomado de la página 106 a la 112 del libro “Creciendo en la Virtud”, Areté Ediciones)

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