Silencio de cuerpo
Humberto Del Castillo Drago
La persona humana es por su propia naturaleza, una unidad bio (cuerpo), psiche (alma), espiritual (espíritu).El ser humano constituye una “Unidad Inseparable”. Al entender la unidad integral de cuerpo, alma y espíritu, se comprende que la persona tiene tres dimensiones: la corporal, la psicológica y la espiritual.
Gracias a la corporalidad, la persona puede manifestarse, representarse y expresarse. Lo corpóreo constituye una dimensión muy importante y positiva para la vida del ser humano, sin el cuerpo sería imposible estar en el mundo y establecer relaciones con él.
El silencio de cuerpo es una virtud o maestría que conduce al hombre a entender lo que le está sucediendo y a integrar esas manifestaciones físicas, con las dimensiones; psicológicas y espirituales, así como con su inteligencia, afectividad y voluntad.
Como ya se ha mencionado el hombre es unidad bio-psico espiritual, eso quiere decir que, las tres dimensiones están relacionadas entre sí, que una afecta a la otra. Hay problemas o enfermedades que empiezan siendo psicológicos y que afectan a lo corporal; por ejemplo, las llamadas enfermedades psicosomáticas, que son aquellas que tienen su origen en un tema emocional, afectivo o psicológico, también se comprende que un trastorno psicológico presenta síntomas físicos, además de los psicológicos, como por ejemplo la crisis de pánico, la depresión o la ansiedad generalizada.
También se encuentra que distintas enfermedades físicas, impactan en la psique de la persona, generando cambios en el estado de ánimo de la persona, como por ejemplo la diabetes.
El silencio de cuerpo, nos ayuda a lograr una armonía en la dimensión física para que ella impacte en las otras dimensiones. Se trata de buscar armonizar lo corporal a través de la vivencia del silencio que se viene desarrollando.
También se puede comprender lo corporal como medio para generar un efecto psicológico o espiritual como puede ser hacer ejercicios de respiración o relajación física para calmar la ansiedad interior o cuando se busca un lugar silencioso en el cual se puede sentar o arrodillarse para poder orar adecuadamente.
(Tomado de las páginas 130 a la 132 del libro Creciendo en la Virtud. Areté Ediciones. 2, 023)
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