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Profundizando en la afectividad

Profundizando en la afectividad

Rojas (2004), en su libro Los lenguajes del deseo, dice lo siguiente sobre la afectividad: 

Es el modo en que somos impactados internamente por las circunstancias que se producen a nuestro alrededor. Es en la intimidad de la persona donde esto resuena, en la sacralidad de cada uno. La afectividad es un universo emotivo formado por un sistema complejo de sentimientos, emociones, pasiones, motivaciones, ilusiones y deseos. Cada uno tiene una geografía particular, pero su contenido se entrecruza, se combina, mezclándose, formando uniones lógicas y caprichosas que requieren ser estudiadas con rigor para adentrarnos en la selva espesa de la semántica afectiva (p. 45).

Se entiende por afectividad a la capacidad de resonar o vibrar interiormente, estando caracterizado el ser humano por experimentar internamente una serie de vivencias que conforman la misma. En este contexto, se debe mencionar que todas las personas tienen afectividad o que todos en mayor o menor grado poseen afectividad. En este mismo sentido, Jiménez (2008), afirma que: “La afectividad abarca todos los estados afectivos, que son fenómenos claramente distintos de los aspectos cognoscitivos y volitivos” (p. 34). Así que, al hablar de afectividad, hay una referencia a sentimientos, emociones, pasiones, ilusiones y motivaciones. Es la capacidad de experimentar emociones y sentimientos.

Al hablar de afectividad se está hablando del “mundo de los afectos”. ¿Qué significa esto?  Según Cabanyes (2012), en la afectividad se pueden distinguir varios afectos: 

  • El ánimo, tono vital o energía.
  • El humor, tinte o color del ánimo. 
  • Los sentimientos que son manifestaciones afectivas más o menos estables. 
  • Las emociones que son manifestaciones afectivas bruscas, intensas, breves y acompañadas de respuestas corporales: calor, sudor, palpitaciones, etc. 

El psiquiatra Rojas (2004), establece que: “la afectividad se caracteriza por su amplitud y diversidad, como un océano, desde sus colores a sus apariencias, pasando por la profundidad en todo lo que habita en su interior” (p. 39). Es por esto que, el tema afectivo es muy amplio y diverso, puesto que todos los seres humanos poseen afectividad. Además, cada quien posee una afectividad propia dentro del apasionante camino de conocimiento y reconciliación personal, así que se considera muy importante que cada quien conozca su afectividad y la vivencie adecuada, madura y virtuosamente.

Se trata de entender, por otro lado, y profundizar el amplio tema de la afectividad desde la mirada integral del ser humano. En este orden de ideas, al estudiar y analizar el tema, recordando que la persona es una unidad, se constata que existen 6 aspectos o vertientes (física, psicológica, conductual, cognitiva, asertiva y espiritual) que se integran entre sí.

El aspecto físico: se manifiesta a través de expresiones corporales, somáticas o psicosomáticas. Son muchas las respuestas o expresiones físicas de la afectividad que quedan recogidas en patrones específicos, tales como: pulso, tensión arterial, frecuencia cardíaca, dilatación pupilar, respiración, etc. También pueden surgir a través de las molestias gástricas, expresadas en los dolores al estómago, cólicos, colon irritable, úlcera o gastritis. Y otras se expresan por medio de manifestaciones cardíacas, por ejemplo, la taquicardia, opresión precordial o ascenso de tensión arterial.

El aspecto psicológico: también llamada vivencial, debido a que muestra la forma subjetiva de vivir la experiencia afectiva. Es decir, cada persona vive y expresa de manera particular, única e irrepetible su afectividad, dejando ésta una huella, impresión, marca o impacto que se almacena e incrusta en la biografía o historia personal. Y de ella, se enteran los demás a través del lenguaje verbal y también no verbal, aunque esté en menor medida.

El aspecto conductual: es una tercera forma de experimentar la afectividad. Se reconoce mediante la observación externa del comportamiento, lo cual va a constituir una amplia gama de manifestaciones, desde la tensión mandibular hasta la forma de andar, pasando por las expresiones faciales, la forma de hablar, etc. Es necesario comprender que los afectos salen y se muestran al exterior, son respuestas abiertas, de comportamiento y, por tanto, originan unas relaciones funcionales entre estímulos y respuestas.

El aspecto cognitivo: en este ámbito se incluyen la senso-percepción, la memoria, el pensamiento, las ideas, los juicios, los raciocinios, la imaginación y la fantasía, entre otras manifestaciones de la mente que funciona-en cierto modo-como una computadora, con sus leyes concretas para almacenar información y ordenarla según una serie de principios que la rigen. En este aspecto también se incluye a los distintos tipos de inteligencia: musical, abstracta, kinestésica, interpersonal, intrapersonal, etc. 

El aspecto asertivo: se refiere a las habilidades para la comunicación social. Son las habilidades sociales. De esta manera, una conducta es asertiva cuando hace y dice lo que es más adecuado en cada situación, sin inhibiciones ni agresiones.

El aspecto espiritual: al abordar este aspecto es importante recordar lo que Del Castillo (2016) comparte:

Desde la mirada integral del ser humano, no se puede olvidar la dimensión espiritual que tiene la afectividad. La persona humana posee una dimensión espiritual, el hombre es capaz de buscar y relacionarse con Dios, comunión de amor, y con los valores trascendentales. El ser humano posee la capacidad de amar y ser amado. En lo más profundo de su ser tiene la capacidad de entregarse y servir a los demás, de amarse a sí mismo y de relacionarse con la naturaleza (p. 111).

El aspecto espiritual de la afectividad de la persona es la que impulsa a la persona a vivir el amor, la caridad, el cariño, la ternura, la amistad y el amor a Dios. Es por esto que nos abre e invita a vivir las distintas dimensiones del amor: a uno mismo, a los demás, al conyugue, a los amigos, etc. 

Asimismo, frente a estos 6 aspectos o vertientes de la afectividad se quiere concluir este acápite siguiendo a Sarráis (2015), es importante anotar lo siguiente: 

La afectividad es una fuente de conocimiento, da a conocer que una cosa nos afecta, nos influye, nos interpela. Además, nos dice si nos afecta positiva o negativamente, según la cualidad del afecto que provoque. Además de ser fuente de conocimiento, la afectividad es un potente motor de la conducta humana, pues impulsa a realizar acciones que mantengan o aumenten los afectos positivos o que, por el contrario, hagan desaparecer los afectos negativos (pp. 21-22).

(Tomado de la página 28 a la 30 del libro Afectividad y Sexualidad en la Vida Cotidiana-2da. Edición-Virtual)

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