Articulo

¿Qué es la Dependencia Emocional?

La dependencia emocional muchas veces empieza con la pérdida de norte sobre la existencia, cuando la persona no se sabe para qué existe, o cuál es el sentido de la propia vida. Además, surge esta dependencia cuando, en ocasiones, se busca el amor o cariño de una manera desordenada, mientras que se exige ser el centro del mundo o pretender tener toda la atención de las personas que se encuentran a su alrededor. Pero, ¿qué es la dependencia emocional o afectiva?

Distintos autores definen la dependencia emocional como un patrón crónico de demandas afectivas frustradas, las cuales buscan desesperadamente satisfacerse mediante relaciones interpersonales estrechas. Por ejemplo, el dependiente tiene una carencia o vacío, una herida afectiva y, por tanto, sin percatarse, reclama afecto, cariño y valoración. Dichos reclamos se llaman también demandas de afecto o atención, pero muchas veces no son conscientes, es decir, la persona no se da cuenta de sus reclamos porque busca desesperadamente llenar dichas carencias en su relación con otras personas, pero no logra darse cuenta que está apegada a ellas. Por esta razón, el dependiente emocional o afectivo quiere disponer continuamente de la presencia de la otra persona como si estuviera “enganchado” a ella. También será quien llamará continuamente a su pareja al trabajo, le pedirá que renuncie a su vida privada para estar más tiempos juntos, demandará de ella atención exclusiva y todavía le parecerá insuficiente, etc. Por lo que no se debe perder de vista que el motivo subyacente no es la posesión o el dominio, sino la tremenda necesidad afectiva de estas personas. Así que, en cualquier caso, es comprensible la sensación de agobio que produce en sus parejas o amigos.

También es necesario percatarse que la persona dependiente puede magnificar o exagerar el hecho de ser querido. Pero esta forma enfermiza no es amor, sino una adicción psicológica. Esto porque es cierto que un amor auténtico no es adictivo, no posee, ni destruye la identidad del otro y, por tanto, para amar hay que ser libres, porque si uno no se tiene a sí mismo, no puede darse a los demás. Por lo que, en estos casos, la necesidad de pareja, del amigo o hijo, es realmente una dependencia como se produce en las adicciones, sintiendo frecuentemente la pareja una sensación de invalidez o saturación en ausencia de su espacio personal.

Por esta razón, el sentimiento de dependencia es una forma de esclavitud. De esta manera, la persona dependiente es esclava de los sentimientos con los que el “otro” adorna su ser, además sus relaciones no llenan el vacío emocional que padecen, aunque sí lo atenúan. Estas personas están tan poco acostumbradas a quererse y a ser queridas, que no esperan cariño de su pareja, simplemente se enganchan obsesivamente a ella, por lo que persisten en la relación por muy frustrante que pudiera ser.

Pero, ¿cómo surge la dependencia? Las dependencias pueden surgir por una combinación de factores. En primer lugar, está la pobre valoración de sí mismo y la búsqueda de sentido de vida, debido a que, si no me valoro o percibo que no me valoran, tiendo a buscar esa valoración en otro lado. Su pobre estima de sí y la elección frecuente de parejas explotadoras, conducen al dependiente emocional a una continua y progresiva degradación. Es decir, tienden a soportar desprecios y humillaciones, siempre pensando que con esto se preservará la relación. En este sentido, pueden sufrir maltrato emocional y físico, porque observan continuamente cómo sus gustos e intereses son relegados a un segundo plano, en donde renuncian a su orgullo o a sus ideales para complacer el inagotable narcisismo de sus parejas.

Además, necesitan excesivamente la aprobación de los demás a medida que el vínculo es más relevante. Por lo que se presenta cierta preocupación por “caer bien” en todo momento. De esta manera, se observa una necesidad obsesiva, en donde se genera rumiaciones (pensamientos nocivos que no dejan de rondar por las cabezas, aparecen una y otra vez, generando tristeza, frustración, ira, etc.) sobre su aceptación por un determinado grupo, así como empeños por tener una buena apariencia, demandas de atención y afecto.

Por otro lado, una persona que no se perciba valiosa a sí misma, buscará a alguien que constantemente pudiera reconocerle o adularle, en donde la falta de estima de sí, de sentido de vida y concepto negativo de sí mismo, conllevarán al desarrollo de una dependencia emocional. Así que quien depende del otro se niega la posibilidad de amarse a sí mismo y, por ende, lógicamente, no se puede amar a uno mismo si uno nunca ha sido adecuadamente amado ni valorado por las personas más importantes en su vida.

También es preciso aclarar que, es tan poco el amor que se tiene alguien que depende de otro que, a pesar de lo autodestructiva que es la relación o el enorme sufrimiento que pudiera causar, no es capaz de renunciar a la misma, estando como consecuencia dispuesto a tolerar hasta la mayor de las humillaciones a cambio de no perder a la persona. Asimismo, la persona apegada se estanca, a tal punto que se olvida de sí mismo y no es capaz de asumir su propia vida, por lo que utiliza el apego como una fuente de seguridad. De esta forma y, siguiendo la idea que el amor se refracta siempre en lo que somos, si una persona no se quiere a sí misma, proyectará ese sentimiento y pensará que nadie más podrá quererla y, por tanto, se generará un miedo al desamor (carencia afectiva), la cual se transformará en necesidad de ser amado.

Tomado del libro “Afectividad y Sexualidad en la Vida Cotidiana”, 2da. Edición, páginas 57 y 58.

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