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¿Qué son los terrores nocturnos?

¿Qué son los terrores nocturnos?

Es probable que en algún momento de tu infancia hayas tenido un sueño horrible y que parecía real, tanto así que te hayas levantado con un miedo intenso y buscando la ayuda de tus padres, por eso, en el presente artículo se hablará acerca de los terrores nocturnos, que son, cuando aparecen, que los causa, como se manifiestan y que hacer en caso de sufrirlos. 

¿Qué es un terror nocturno?

Es un trastorno del sueño, llamado también parasomnia o experiencia no deseada durante el sueño. Estas parasomnias son los trastornos de sueño más frecuentes en los niños (Herranz, 2007). Se producen durante la fase más profunda del sueño. El niño sufre episodios de miedo intenso, gritos y agitación del cuerpo mientras duerme. En ocasiones, se despierta de manera brusca, aterrorizado y confundido. Al día siguiente, no suele recordar nada de lo que ha sucedido.

¿Cuándo empiezan los terrores nocturnos?

Los terrores nocturnos suelen iniciarse entre los 4 y los 12 años, aunque son más frecuentes de los 3 a los 6 años y en los niños que en las niñas. Según la Asociación Española del Sueño, se estima que un 40% de las personas ha sufrido algún episodio de terrores nocturnos durante su infancia, aunque suelen desaparecer por sí solos durante la adolescencia y, de hecho, son muy poco frecuentes en la edad adulta. Si aparecen en la edad adulta, algo no frecuente, suele ser más preocupante, ya que pueden estar más relacionados con problemas emocionales, ansiedad o depresión. 

¿Qué causa los terrores nocturnos?

  • Se piensa que podrían estar relacionados con el desarrollo inmaduro del cerebro, que lleva al niño a tener dificultades para salir por completo de la fase de sueño profundo y despertarse. La alteración parece relacionada con la transición entre la fase de sueño profundo (lento) y la fase de sueño REM (en la que se producen los sueños). 
  • Se sabe que existen desencadenantes como estar viviendo periodos de estrés o tensión emocional. 
  • Otros desencadenantes son la privación de sueño o interrupciones en este (por fiebre, viajes o enfermedades médicas como la apnea obstructiva del sueño o el síndrome de piernas inquietas), mantener horarios irregulares de descanso o el cansancio extremo.
  • Si existen antecedentes familiares con terrores nocturnos se aumenta el riesgo de padecerlos, ya que este problema puede heredarse. 
  • Algunos medicamentos pueden hacer más profundas todavía las fases de sueño profundo, lo cual favorece el inicio de los episodios. 
  • En adultos, los terrores nocturnos se asocian a trastornos como la depresión y/o la ansiedad y también el consumo de alcohol puede influir.

¿Cómo se manifiestan los terrores nocturnos?

Según Convertini et al., (2003), se puede entender el terror nocturno como un “Despertar súbito precedido por un grito de pánico, intensa ansiedad y signos de actividad vegetativa como taquicardia, taquipnea y sudoración, no se calma con la presencia de los padres y amnesia posterior del episodio, por lo menos 2 veces por mes.” 

  • Habitualmente, los terrores nocturnos tienen lugar durante el primer tercio de la noche. 
  • El niño puede llegar a gritar, a llorar de manera inconsolable, patear o golpear con violencia a su alrededor
  • También puede llegar acompañado de episodios de sonambulismo. Suele ser difícil despertarle, y, cuando por fin lo hace, puede ser incapaz de responder si se le habla.
  • Otros síntomas habituales y muy característicos son la transpiración excesiva, el rostro ruborizado, frecuencia cardiaca irregular y pulso acelerado, aumento de la frecuencia respiratoria y pupilas dilatadas.
  • Los terrores nocturnos suelen darse entre los 4 y los 12 años.
  • Los terrores nocturnos suelen durar unos pocos minutos, habitualmente, menos de veinte, y después, el niño se vuelve a dormir y no suele recordar el episodio al día siguiente.
  • Los terrores nocturnos no son pesadillas, ya que estas son propias de las primeras horas de la mañana y, al despertarse, el niño puede ser capaz de recordar los detalles del sueño. Además, se le puede despertar con mucha más facilidad y, cuando lo hace, no se siente desorientado.

¿Cómo actuar si un niño sufre terrores nocturnos?

Entendiendo que “el establecimiento y mantenimiento de patrones estables de sueño es de fundamental importancia para el desarrollo infantil” (Convertini et al., 2003). Es importante que tengas en cuenta las siguientes recomendaciones si tu hijo esta sufriendo de terrores nocturnos.

  • Cuando un niño sufre episodios de terrores nocturnos y se despierta durante uno de ellos, conviene encender solamente una luz tenue en la habitación y tratar de tranquilizarlo hablándole suavemente y abrazándole o cogiéndole de la mano hasta que vuelva a dormirse. De esta forma, podemos contribuir a evitar que asocie la oscuridad al desasosiego y la luz con el bienestar, y que no se condicione así el desarrollo de un miedo a la oscuridad.
  • Los padres han de mentalizarse de que estos episodios no hacen sufrir al niño y mucho menos están relacionados con trastornos psicológicos.
  • En muchos casos, el consuelo de sus padres es el único tratamiento que necesita el niño, ya que los terrores nocturnos suelen desaparecer por sí solos. 
  • Si se presentan después de los once años, suponen un riesgo para la seguridad, impiden un descanso suficiente, afectan al rendimiento en la escuela o el trabajo o a las relaciones sociales, sí puede ser necesario consultar a un médico.
  • La terapia psicológica puede ser útil, al igual que aprender a gestionar el estrés o a usar mecanismos para afrontar los episodios. 
  • Es necesario asegurarse de que sus hijos siguen una correcta higiene del sueño, ya que la privación de este o los horarios irregulares de descanso son posibles desencadenantes de los terrores nocturnos. 

Referencias

Herranz, J. L. (2007). Trastornos paroxísticos no epilépticos. Pediatría Integral, 11(9), 799-810.

Convertini, G., Krupitzky, S., Tripodi, M. R., & Carusso, L. (2003). Trastornos del sueño en niños sanos. Arch argent pediatr, 101(2), 99-105.

Psi.Humberto Del Castillo Drago

Psi. Daniela Gutiérrez Roldán

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